lunes, 12 de noviembre de 2007

Caferino Namuncurá: el secretario de Dios

“Ahora Ceferino será como un secretario de Dios, que puede pedir por nosotros, para que los gobernantes se ablanden un poco”, sostuvo el lonco (jefe) Celedonio Liñán, un mapuche neuquino que estuvo presente en el acto en el cual se beatificó al aborigen de dicha comunidad, nacido en 1886.

Teniendo en cuenta, entonces, que el venerado Ceferino será werken (intermediario) con el Tata Dios, es bueno empezar a armarle la agenda para que comience a atender a sus feligreses (y no feligreses también) aborígenes de esta parte del mundo que a 500 y picos de años de la llegada de los “evangelizadores” sufren y padecen sus consecuencias, el ostracismo y el olvido, el hambre, la desprotección, la miseria y, particularmente, la hipocresía del hombre blanco.

Así Ceferino debería empezar por notificar al Tata Dios que en el Chaco los aborígenes de la etnia Toba mueren desnutridos y víctimas de enfermedades que se consideran erradicadas en otros ámbitos de la sociedad argentina, que en esta época no deberían ser causa de muerte, que se pueden prevenir con una simple vacuna.

Ceferino podría notificarle que la Conquista del Desierto aún no ha concluido y que a los mapuches de la Patagonia los siguen corriendo de sus tierras, en manos de poderosos como Marcelo Tinelli, Luciano Benetton, entre otros magnates nacionales e internacionales que se reparten miles y miles de las hectáreas que a ellos les pertenecieron.

Sería bueno que el Tata Dios les diga a sus representantes terrenales que se pongan a la par de las agrupaciones aborígenes que luchan por sus derechos (que también los tienen por ser humanos) y juntos puedan ‘ablandar’ a los políticos de turno.

Sería bueno, digo, que la beatificación de Ceferino Namuncurá no se transforme en una conmemoración más de la Iglesia Católica, con peregrinación, santuario y negocio de estampitas incluido.

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