martes, 30 de diciembre de 2008

Gran Hermano, versión Villa María

Un par de meses atrás empezó a circular la idea, la tiró el intendente Eduardo Accastello en uno de sus informes al Concejo Delirante de Villa María: instalar cámaras de seguridad en la ciudad, establecer un sistema de videovigilancia -tal como se denomina- para contrarestar el delito.

La iniciativa fue apoyada incondicionalmente por el titular de la UR 8, el comisario Daniel "un trato no adecuado" Ferreyra, y por un grupo de ciudadanos en una encuesta realizada por un matutino local, expresando uno de ellos no tener ningún problema en que se viole su privacidad (sic).

Ante un negocio de tamaña embergadura, porque de hecho que el sistema no le saldrá gratis a la ciudad de Villa María, es preciso establecer fehacientemente cuál es su objetivo, ya que ejemplos correspondientes a países del primer mundo dan cuenta de la ineficiencia de la videovigilancia como sistema de seguridad, de acuerdo a un informe que publica Le Monde Diplomatique en su edición de septiembre de 2008.

Un informe del Home Office (Ministerio del Interior británico), en febrero de 2005, señala especialmente que "las municipalidades, demasiado confiadas en esta nueva tecnología, suelen concebir la instalación del sistema de manera precipitada (...) ubicando cámaras en zonas donde resultan prácticamente inútiles" (pensaba, entonces, en la instalación de las mismas a lo largo de la mimada costanera villamariense, la que supongo una zona muy peligrosa de acuerdo al criterio policial de distribuir parejas de agentes a lo largo de toda su extensión; ¿hay una estadística de cuántos delitos se cometieron en ese sector de la ciudad en los últimos diez años?).

"(...) Se espera que la videovigilancia acabe con los robos, desvalijamientos, ataques a las personas, a los vehículos, vandalismo, tráfico de estupefacientes, alteración del orden público. Pero estos delitos no son cometidos por las mismas personas, ni por las mismas razones, no en las mismas circunstancias, en mi opinión -dice el criminólogo Jason Ditton, citado en el informe- antes de su instalación se hizo semejante ruido en torno a las cámaras (...) que sus verdaderas posibilidades de éxito eran nulas".

Entre los aspectos que le juegan en contra al sistema se señala como factor principal el humano "es ilusiorio creer que los operadores puedan controlar correctamente más de una pantalla a la vez. En consecuencia la mayoría de los delitos simplemente escapan a su vigilancia (...), sólo deben ser objeto de seguimiento particular las personas que manifiestan 'una actitud sospechosa' esta identificación sigue siendo la parte más difícil de la formación (ver informe ¿Policía brava en Villa María?, en lavoz.com)".

A la hora de aportar números concretos, el informe publicado en Le Monde menciona que en 592 horas de observación en tres centros urbanos, de 900 operaciones de vigilancia realizadas, los servicios de policía intervinieron en 45, con un total de 12 detenciones y en en un solo año estuvieron vinculadas "en mayor o menor medida" a la videovigilancia.

¡Ah! Muy importante, los operadores deben luchar "contra el aburrimiento: frecuentes idas al baño o a tomar café (acá sería mate), lectura de revistas, crucigramas, somnolencia e incluso voyerurismo, que representa el 15% del tiempo de visualización dedicado a vigilar mujeres (aparte de vigilantes los tipos también son chusmas)".

En lo referido a lo técnico, sindican que las cámares suelen tener "obstruido su campo de visión por hojas de árboles, o por instalaciones urbanas, y en la mitad de los sistemas estudiados, las imágenes registradas de noche no pueden utilizarse, ya sea porque son demasiado oscuras o, por el contrario, exceso de luz".

Y, finalmente, "(...) a falta de espacio, la mayoría de los sistemas conservan menos del 5% de las imágenes filmadas, lo que torna difícil obtener imágenes judicialmente válidas (tan chau lo de la VACAP)".

El remate del informe es una frase del diario londinense The Guardian: "año tras año, la videovigilancia significa, en términos de lucha contra el delito, un enorme despilfarro de dinero público" (bueno en esto por estos lares hay experiencia de sobra).

1 comentario:

Anónimo dijo...

El tiempo es sabio, nos muestra como estas "soluciones" sólo son "vidrios de colores". Recordemos la patrulla montada organizada hace unos años; también podemos recordar los perros policías que nos salvarían de tantos males.
Hoy por hoy, ya no quedan perros ni caballos policiales que anden por la ciudad. Aquellas iniciativas también fueron presentadas, en la lógica de propaganda que practican ciertos dirigentes, como las soluciones al mal de la "inseguridad".
El tiempo demostró que sólo se trataba de propaganda.
Con las cámaras pasará lo mismo.
Lástima que las pagamos nosotros.