lunes, 11 de febrero de 2008

De Trelew a La Calera

La detención de los militares Rubén Norberto Paccagnini y Emilio Jorge Del Real, por ser participes en la Masacre de Trelew, no deja de ser un motivo de satisfacción, un acto de Justicia en sí mismo, se trata de poner entre en su lugar a simples asesinos.

Es un paso significativo, aún a más de 30 años del hecho, en materia de DERECHOS HUMANOS; "Es importantísimo para la salud de la Patria", como sostuvo el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, pero a esta altura de la historia de nuestro país, creo que la JUSTICIA debería ir encargándose de otros asuntos que también constituyen una violación a los derechos más elementales de los habitantes de esta tierra.

Que hayan chicos desnutridos en La Calera, a escasos metros del centro del poder de una de las provincias más ricas del país, Córdoba, constituye una violación a los Derechos Humanos y en función de ello HAY RESPONSABLES, alguien debe hacerse cargo de lo que no se hizo y ser juzgado en tal sentido, porque la sociedad a través del voto le dio un mandato y no fue cumplido.

Me producen aberración todos los crímenes cometidos por los militares en la década del ’70, particularmente porque creo que se llevaron lo mejor de una generación, que daba la vida en pos de un ideal, de un futuro y de un país mejor, dejándonos esto que tenemos en la actualidad… Celebro cada vez que un militar es detenido o condenado por lo que hizo, pero siento que si nos quedamos en eso somos presa del rencor, quedamos en punto muerto dentro de un capítulo triste de nuestra historia y no avanzamos en el sentido de solucionar los problemas que hoy aquejan a la población: EDUCACIÓN, SALUD, VIVIENDA y ALIMENTACIÓN, que también son Derechos Humanos.

La Justicia, entonces, si es justa, debe buscar y castigar a los responsables de haber incumplido sus deberes de funcionarios públicos, a aquellos que generaron deudas impagables en el país, en las provincias o en las municipalidades; a los que desatendieron las necesidades de la población, a los que no cumplieron con sus promesas, a los que se enriquecieron más de la cuenta desde la función pública, etcétera, etcétera... Así cerraríamos el círculo y podríamos decir que Argentina es un país jurídicamente serio y seguro.

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