miércoles, 1 de abril de 2009

No me arrepiento de este amor

El encuentro entre ambos se dio antes, estuvo generado por la expectativa de su apertura y la ansiedad por conseguir el número uno cuando esperando ese domingo que el "Poroto" pasara frente a casa; las diferencias eran nítidas, tan grandes como las ilusiones que generaron en mi.

Pero el contacto se produjo sólo un par de meses después, en las frías mañana del inverno del '84 cuando arriba de un urbano coincidimos con un verdadero tipazo, Hugo Bugiafredo, bohemio y burrero a full. Yo subía al 4 en la esquina de Catamarca y Parajón Ortiz, él en la parada del "Bambi" y con un diario, 'de los nuevos', bajo el brazo.

El primer día se sentó a mi lado y no pude contener el impulso de hecharle un ojo al diario que él ya habia empezado a leer. Al día siguiente la historia se repitió, con una pequeña diferencia, esta vez entablamos un diálogo, que concluyó con la pregunta de Hugo: "¿qué pensas estudiar?" (yo todavía estaba en quinto del secundario), "Periodismo deportivo", respondí; "En serio, yo trabajo en El Diario, si querés pregunto si podés hacer algo", me dijo y respondí, no se de donde, "Dale".

Quedamos en encontrarnos al otro día en la puerta de El Diario, en el bulevar España 125. Llegué como veinte minutos antes y él varios después, pero entramos, me presentó a Muscará (por entonces jefe de deportes) y este me pidió que le escribiera algo de mi especialidad (había elegido el básquet, obvio), que le llevara algo escrito para el día siguiente.

Esa noche (miércoles) me ví justo un partido de Ameghino por el torneo local y escribí algo en mi casa, lo redondeé en la escuela y por la tarde (del jueves) caí como nuevo, rojo tomate -una costumbre-, a la recpeción de El Diario preguntando por el "director" que me había encargado esto (mostrando el escrito). Lo cierto es que me metieron en una oficina con un urso enorme, que no tenía nada que ver con el tipo que había hablado el día anterior, era 'Cacho' Bernaus, que no entendía nada, pero finalmente cayó, pasó para el fondo y desde allá me llamó otra cosa grandota, Rocha, por entonces en deportes. Me tomó el nombre y me dijo que pasara al otro día.

Así, entonces, un viernes volví a entrar a El Diario, esta vez pregunté por la persona indicada y con él mantuve un diálogo corto y seco: "El domingo necesitamos cubrir los partidos de la Liga Villamariense, pero a la misma hora juega Argentina con Brasil ¿qué querés hacer?", la duda, por el apuro, me embargó pero respondí que iría a ver los partidos del fútbol local.

Desde ese entonces, era junio del '84 hasta diciembre del 2002 transcurrieron años de algunas amarguras (cuando había que cobrar las notas o los 'huecos' los ocupaban otros) y muchas alegrías, viajes por todo el país, nuevos compañeros, la posibilidad de conocer y entrevistar a todo tipo de personajes, desde Marcelo Milanesio hasta León Gieco (dos verdaderos ídolos), pasando por políticos, empresarios, aventureros, amigos (como el Negro Z, que se extraña un montón), la cobertura de elecciones (para las que se hacía todo un despliegue especial, no eran poca cosa después de la dictadura), mundiales, panamericanos, provinciales, Alumni, Unión en la Liga Nacional... El blanqueo, mi primer recibo de sueldo, el gremio, los cafés, los asados, las cenas de fin de año o en cada aniversario de El Diario...

Hasta que la crisis pegó duro y El Diario estuvo a punto de desaparecer, pero aún está vivo, existe y nadie, absolutamente nadie me quitará el orgullo de haber pertenecido a él y de haber hecho todo lo posible para que subsistiera -mi familia sabe del esfuerzo-.

Ganamos (no al Hugo y la Paola, al sistema) y a pesar de no estar sigo saboreando el gustito del triunfo... Por la gente buena y querida que quedó y sobretodo porque el hecho que El Diario esté en la calle todas las mañanas no sólo es un milagro, es fruto del sacrificio de un grupo grande de personas que creyó (hubo quienes están y no creían) en la posibilidad de que los trabajadores fuesemos dueños, artífices de nuestro propio destino.

Hubo diferencias y uno ya no está, pero EL DIARIO sigue saliendo... Je. Ojalá que por muchos 25 años más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

MARCELO: TE FELICITO POR LA NOTA QUE HICISTE!!! Y YO SE QUE LO ESCRIBISTE DE CORAZON. PERO EL AMOR ES ASI, AUNQUE HUBO "COSITAS" SE SIGUE AMANDO.
SE TE EXTRAÑA EN EL COLE, DALE CURATE Y CUIDATE.
UN ABRAZO DE TU AMIGO
RAULO

Anónimo dijo...

Che, muy buena la nota, clara. Somos muchos los que te extrañamos y reconocemos en voz mucho más que un periodista. Porque abriste las puertas, diste oportunidades y enseñaste. Esas simples cosas hacen grande a los tipos como vos.
El mayordomo