martes, 5 de agosto de 2008

Los que desequilibraron la Caja

Han aparecido en los últimos días muchos de los contados ejemplos de agentes de la administración pública provincial que dejaron de ser activos para transformarse en pasivos con un beneficio fuera de lo común, se puede leer o ver en los medios de la capital provincial, sin que los mismos hayan ido a lo profundo para ahondar en las verdaderas razones del descalabro.

Todo se circunscribe a culpar de los males a la Nación y no deja de ser llamativa la poca predisposición que tenemos de mirarnos a nosotros mismos, de por acá el origen de los males que son de acá.

Lo que está claro es que no es una la variable económica que dejó tecleando a la Caja de Jubilaciones, se conjugan una serie de factores y de políticas aplicadas sucesivamente por los distintos gobiernos provinciales de Mestre en adelante y si se lo prefiere, del último período de Angeloz hasta acá... y el "accastelismo", tras doce años en el poder (Eduardo, Nora y de nuevo Eduardo), también tiene su cuota de responsabilidad.

"¡Ah! Este se la agarra con Accastello porque es un contra", seguramente estarán pensando a esta altura del artículo. Sin embargo, no es así, a saber: la Caja necesita tener un determinado número de activos aportando para poder pagar un pasivo (en algún momento de la historia esa relación fue 4-1 y hoy se ubica, en Córdoba, 1,8-1, no sólo por el masivo incremento de de la Sota con las 'anticipadas' sino también porque hoy las expectativas de vida se han extendido) y Accastello, con su política de sumar 'facturantes' a la planta de personal del municipio, no sólo está cometiendo fraude laboral, sino que resta al órgano recaudador los aportes que esos agentes deberían realizar para sostener el sistema solidario.

Los facturantes, al facturar, aportan a la Caja de la Nación, sin embargo desempeñan funciones en el ámbito provincial y al igual que los municipales de planta permanente deberían sumar su dinero al sistema de reparto cordobés, como buenos empleados públicos y cordobeses que son.

Es decir, este explícito fraude laboral, no sólo niega a los trabajadores derechos consagrados por el peronismo de Perón, sino que infringe un daño a futuro a los activos que hoy se desempeñan en la administración pública, a aquellos que están por acogerse a los beneficios jubilatorios y a quienes después años de trabajo gozan de su merecido retiro.

Sí, mal que les pese a algunos, el "accastelismo" también contribuyó al descalabro de la Caja de Jubilaciones.

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